lunes, 31 de agosto de 2015

Efectos de los obstáculos en el desarrollo


Efectos de los obstáculos en el desarrollo


“Durante los dos o tres primeros años actúan sobre el niño influencias que pueden alterar el carácter en la vida futura: si el niño ha sufrido algún trauma o experiencia violenta, o ha encontrado obstáculos considerables durante este período, pueden surgir desviaciones. Por esto, el carácter se desarrolla en relación con los obstáculos encontrados o con la libertad que ha favorecido su desarrollo”.
Montessori, María. "La mente absorbente", pág. 178
Es sabido que durante la infancia y la niñez, la mala alimentación y la falta de actividad física pueden generar retrasos de crecimiento, deterioro cognitivo, problemas de conducta, problemas de aprendizaje y un sistema inmune débil. Aún así siguen existiendo muchos prejuicios acerca de la vida del niño.

Este escrito pretende explicar los efectos que podemos observar en los niños cuando han encontrado obstáculos en su desarrollo tanto en el ámbito familiar como en el ámbito de la escuela. Y es que se produce un gran conflicto entre el adulto y el niño. El adulto se siente amenazado por el niño, se produce una adaptación positiva para el niño y negativa para el adulto.
Los adultos nos afanamos en intervenir en las acciones de los niños, imponemos nuestros ritmos de vida sin respetar las verdaderas necesidades del niño en la conquista de su independencia.
Ante una queja o un llanto del niño juzgamos que el niño es caprichoso, que no sabe lo que quiere, cuando realmente son reacciones de defensa del niño ante necesidades no satisfechas.
“The adult ought never to mold the child after himself, but should leave him alone and work always from the deepest comprehension of the child himself. Physical movement ougth to come from within and be organization that was described earlier as incarnation. Muscles do not develop correctly unless they do so at the service of the will”.
María Montessori. “The child in the family”, pág. 48
Y es que los obstáculos pueden debilitar o desviar a las tendencias humanas. Entendemos por obstáculo un impedimento que frena el desarrollo, o crecimiento del niño, y lo desvía.
La educación escolar ha sido concebida, en teoría, para dar a los alumnos oportunidades de desarrollo y crecimiento, atendiendo a todas y cada una de sus potencialidades, asumiendo que el niño es un ser global y complejo, una persona en continuo crecimiento. Pero generalmente tanto la familia como el equipo educativo carece del conocimiento y la preparación necesarios para no obstaculizar el desarrollo del niño.

“El trato con el niño debe ser sumamente apacible y sin ninguna violencia ... La preparación para la educación es un estudio de nosotros mismos”.
Montessori, María. "La mente absorbente", pág. 123

El niño cuando llega a la institución escolar, incluso si lo hace en sus primeros meses de vida, ya alberga dentro de sí mismo, una serie de experiencias, vivencias y características psicobiológicas específicas que condicionarán su adaptación al contexto escolar.
“Los niños recuerdan para toda la vida las adquisiciones de este período y, por tanto, los efectos negativos de los obstáculos también perduran toda la vida”.
Montessori, María. "La mente absorbente", pág. 120
Estos efectos negativos, consecuencia de los obstáculos, es lo que la Doctora Montessori llama desviaciones de la conducta del niño.
Las desviaciones pueden derivar en patologías de diferentes tipos ya que todo tipo de conducta humana puede producir sufrimiento (y llegar a ser considerado patología) dependiendo de la intensidad, rigidez, persistencia, adecuación al contexto, etc.
“Para interpretar las desviaciones se puede partir del concepto de encarnación: la energía síquica debe encarnarse en el movimiento, constituyendo la personalidad actora. Si no se ha podido realizar la unidad (por la sustitución del adulto al niño, o por falta de causas de actividad en el ambiente), los dos elementos, energía síquica y movimiento, han de desarrollarse separadamente, resultando “el hombre desequilibrado”... Se desvían ante todo porque han perdido su finalidad y vagan en el vacío, en el caos”.
Montessori, María. "El niño, el secreto de la infancia", pág. 243

Si se reprime o se obstruye la hormé, ésta buscará otras maneras de moverse. A veces puede parecer que está anestesiada por el miedo o por el uso de la televisión, videojuegos, etc. En otras ocasiones, aparece de forma estridente, como un estallido de energía para defenderse ante las barreras que encuentra a su paso. En ambos casos podemos decir que el desarrollo del niño no está siguiendo su curso natural. Y si el niño carece de orden o faltan límites en su vida, la hormé se desvanece.
La Doctora Montessori analiza los diferentes tipos de desviaciones que observó en el niño. Y encontramos un factor común en todas ellas: la intervención del adulto. Que incluso aplaude y venera muchas de estas desviaciones en el niño.
Ella diferencia dos tipos de desviaciones: las fugas y las barreras. Las fugas se manifiestan en forma de fantasías y las barreras en forma de: dependencia, posesión, deseos de poder, complejo de inferioridad, miedo, mentira y enfermedades psicosomáticas. Comprueba que las fugas son más fáciles de curar que las barreras.
También distingue entre las desviaciones mostradas por los niños fuertes, es decir, aquellos que se resisten y se rebelan ante los obstáculos que encuentran, y las desviaciones mostradas por los débiles, es decir, aquellos que sucumben a las condiciones desfavorables.
Los fuertes se convierten en caprichosos, con tendencias a la violencia, arrebatos de ira y de insubordinación. Comen más de lo necesario. También pueden ser desobedientes y posesivos, e incapaces de concentrarse.
Los efectos que se observan en los débiles son la apatía, la pasividad, el llanto y se aburren fácilmente. Se niegan a comer. Desarrollan miedos e incluso enfermedades psicosomáticas que les hacen aferrarse aún más al adulto.
Con sus observaciones pudo comprobar que:
“Todos los males provenían de la misma causa: la falta de alimento para la vida psíquica”. Montessori, María. "La mente absorbente", pág. 182

A continuación realizamos un análisis de los obstáculos más comunes que podemos ver dentro de una escuela convencional y de la familia, señalando los efectos que provocan por una relación de causa y efecto:
OBSTÁCULOS
EFECTOS

Inmovilismo: el niño sentado frente al televisor o frente al maestro deja de sentir su cuerpo, por lo tanto no desarrolla una percepción correcta del mismo. El maestro desempeña un papel dominante en la actividad de la escuela.



El niño es un participante pasivo en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
No desarrolla sus potencialidades cognitivas.
Es sabido por el estudio de la neurobiología que el hombre adquiere los fundamentos matemáticos del pensamiento tridimensional y abstracto aprendiendo a mantener su cuerpo en equilibrio.

Los niños están aislados de la realidad.
Falta de experiencias reales.
Crean un mundo irreal de fantasía.
Esta carencia contextual lleva a los niños a dejar de buscar las relaciones causales. Los niños, por decirlo así, aprenden que tienen que aceptar las cosas sin comprender lo que hay detrás, cuál es su causa.


Al niño se le suele dar todo hecho, no aprecia la relación causa-efecto.
Detrimento de su autoeficiencia.

El maestro actúa como la fuerza principal para mantener la disciplina dentro del aula.
Miedo al adulto.
Falta de autodisciplina.
Conocimiento memorizado.
No se aprende y se olvida rápidamente.
Falta de interés en el aprendizaje.
El maestro entrega los conceptos al niño directamente.
Falta de interés.
Pasividad.
Grupos de la misma edad.
Competitividad malsana.
Falta de colaboración y cooperación.
Intervención del maestro para corregir.
Miedo.
Mentiras
Ausencia del sentimiento de éxito personal.
El aprendizaje es reforzado con premios y castigos.
Dependencia emocional externa.
Miedos.
Mentiras.
Complejo de inferioridad.
Competitividad malsana
Existencia de pocos materiales para el desarrollo sensorial y enseñanza conceptual mediante la manipulación concreta.
Desequilibrio.
Ausencia de la concentración y el libre fluir.
Generalmente se trabaja poco con los padres para que entiendan y participen en el proceso de aprendizaje.
Los padres delegan el papel de educador únicamente a la escuela y a la televisión.
Dependencia del adulto.
Deseos de posesión.
Complejo de inferioridad.
Miedo.
Mentiras.
Enfermedades psicosomáticas.
Tiempo limitado para que el niño trabaje con un material específico.
Ausencia de la concentración y el libre fluir.
Falta de silencio.
Falta de concentración, desarrollo social.
El adulto siempre decide por el niño.
Ausencia de la voluntad del niño.
Ausencia del autoconocimiento.
Impaciencia del maestro.
Desobediencia, obstinación, inseguridad, pereza, pasividad.
Orgullo e ira del maestro.
Desobediencia, obstinación, inseguridad, pereza, pasividad.
Promover la fantasía.
Pereza.
Movilidad continua y desordenada.
Orden insuficiente.
El hormé se disipa.
Inseguridad.
Falta de límites.
El hormé se disipa.
Inseguridad.
Falta de autosuficiencia
Rapidez y violencia visual de la televisión, videojuegos, etc.
Falta de focalización.
Pérdida de atención.
Necesidad de estar continuamente entretenido.

En un ambiente montessori, la doctora pudo experimentar que gracias al ambiente preparado y la presencia de un adulto también preparado, se propiciaba que esas desviaciones desaparecieran.
“Pero cuando el ambiente llama con sus atractivos u ofrece motivos para una actividad constructiva, entonces todas las energías se concentran y desaparecen las desviaciones. Entonces aparece un tipo único de niño, “un nuevo niño”, la “personalidad” del niño, que ha conseguido construirse normalmente”.
Montessori, María. "La mente absorbente", pág. 185
Esta concentración en un trabajo determinado y todo lo que ello conlleva, provoca una normalización con la que aflorará la disciplina espontánea, el trabajo continuo con alegría, y el sentimiento de comprensión hacia el otro, de pertenencia a una sociedad y la compasión.
Por todo ello, el adulto como padre y/o como maestro debe ser sincero consigo mismo y mirar de frente sus propios prejuicios y miserias para así construir un mundo nuevo.

“Es absolutamente necesario que termine la época en que el adulto considera al niño como un objeto que se toma y transporta a cualquier sitio, cuando es pequeñito; y cuando mayorcito, no tiene más que obedecer y seguir. Este concepto erróneo es el obstáculo invencible para que la vida del niño sea más racional... Esta es la verdadera orientación educativa que deberían seguir las madres y sus educadores. Si la personalidad del niño debe ser auxiliada en su desarrollo por la personalidad del adulto, que es poderosa, es necesario que ésta sepa ser indulgente; y tomando como punto de apoyo las directrices facilitadas por el niño, considere como un honor el poder comprenderle y seguirle”.
Montessori, María. “El niño, el secreto de la infancia.”, pág. 128

Para iniciar este camino de renovación en la educación la doctora advierte que:
“Si se toman en cuanta directamente y solamente los prejuicios relativos al niño, entonces se logrará al mismo tiempo una reforma del adulto, porque se destruirá un obstáculo que está en él”.
Montessori, María. "La formación del hombre", pág. 75
La educación debe confiar en la manifestación de las tendencias humanas y quitar los obstáculos.
“The first duty of the educator, whether he is involved with the newborn infant or an older child, is to recognize the human personality of the young being and respect it”.
Montessori, Maria. “The child in the family”, pág.51

Entonces los adultos podemos preguntarnos ¿cómo podemos conseguir no obstaculizar el desarrollo del niño? ¿Y cómo podemos ayudar a curar esas desviaciones ya manifiestas en el niño?
Tanto los padres como los maestros necesitamos entrenarnos. Porque somos resultado de este mismo proceso lleno de obstáculos, ya están encarnados en nosotros. Podemos comenzar por conocernos a uno mismo, apartar el egoísmo y la ira de nuestro corazón para ver realmente al niño. Para ello necesitamos herramientas como la meditación y la observación. Practicar meditación nos lleva a la calma, al contacto con nosotros mismos, y a ver las cosas de forma más objetiva, así podremos entender y atender mejor a las necesidades reales del niño.
El adulto que tiene contacto con los niños, necesita un desarrollo personal que lo lleve a una transformación interior, así podrá tratar al niño como se merece. La educación necesita esa transformación, el mundo necesita ese cambio.
Crear cursos de Formación Continúa en la enseñanza pública con los que entrenar tanto a padres como a maestros en la Educación Montessori es una de las claves de este cambio.
Otra fórmula que se está siguiendo desde hace pocos años en España es la Escuela de Padres. Lo suelen promover los mismos centros educativos, y es una buena manera de entrenar a los padres con personal cualificado. De esta manera se procura una coherencia entre el ambiente de la escuela y el del hogar familiar. Que aprendamos e interioricemos técnicas que nos ayuden a saber curar la desviaciones, rompiendo el ciclo vicioso que las provoca y conocer qué podemos aportar al niño para trabaje en aquello que le interese sin que nadie le moleste.
También existen muchas iniciativas como los cursos de Christine McAcdle, quien imparte yoga para maestros en diferentes partes del mundo tanto en la enseñanza privada como en la enseñanza pública.
Podemos decir entonces, que existe cierto despertar en la sociedad, pero aún queda mucho trabajo por hacer. El medio divulgativo más poderoso en nuestra sociedad es la televisión, pero no hay apenas espacios televisivos dedicados a estos contenidos. Sólo programas como Redes y La aventura del saber del canal dos, de la Televisión Pública Española trata estos temas tan edificantes. Pero no es suficiente, porque son espacios breves que a menudo ofrecen información escasa y poco práctica.
También hay espacios radiofónicos de temática educativa, pero los “expertos” que intervienen se alejan mucho de la realidad holística del niño, al contrario toman una postura conductista bajo una visión del niño llena de prejuicios. Aconsejando de forma errónea. Quizás fuera muy útil un espacio radiofónico, en el que se trataran correctamente y con rigor científico la educación Montessori y sus bondades para alcanzar un mundo mucho mejor.
(Judit Quiñones Rodríguez)

BIBLIOGRAFÍA
  • Montessori, M. La mente absorbente del niño. Editorial Montessori-Pierson Publishing Company. Holanda. 2013.
  • Montessori, M. El niño, el secreto de la infancia. Editorial Montessori-Pierson Publishing Company. Holanda. 2013.
  • Montessori, M. La formación del hombre. Editorial Montessori-Pierson Publishing Company. Holanda. 2013.
  • Montessori, M. The child in the family. Editorial Pan Books. Londres. 1970.
  • Hüther, G. “Hechizados por los mundos virtuales”. En GeoPsicología (214, 23 de agosto) 86-93.


jueves, 6 de agosto de 2015

¿Por qué de 3 a 6 años?

Somos padres de un niño de 2 años y medio y entendemos la preocupación en la escolarización de nuestros hijos/as. Tememos que no entre en el colegio que deseamos y que no curse con normalidad sus estudios.

Si nos metimos en el embrollo de crear la Asociación, fue precisamente porque no encontrábamos el sitio adecuado para que nuestro hijo pudiera desarrollarse, crecer, aprender. No encontrábamos el sitio que queríamos. Estamos creando ese sitio y aspiramos para que pueda alcanzar a todo el período de enseñanza obligatoria.

Pero si no es así, sabemos que de 3 a 6 años encontrará un ambiente donde desarrollar su potencial. Y es así, porque este período en su vida es fundamental para perfeccionar lo que ha absorbido desde que nació, desarrollar todos sus sentidos, estructurar su capacidad cognitiva y dar con ello con su forma de ser, fiel a sus intereses y motivaciones.

Es por ello que este período es fundamental. Por ello hemos perdido el miedo, porque sabemos que es más importante responder a quién será mi hijo a los 6 años, que en qué centro estará. Esté donde esté tendrá las herramientas necesarias para relacionarse, resolver conflictos y aprender, porque con Montessori habrá interiorizado con autonomía, autoestima y libertad a aprender a aprender y a relacionarse con los demás, respetándolos y respetándose a sí mismo.


No tenemos miedo, estamos seguros. La ciencia da la razón a María Montessori, que aparte de explicarnos cómo aprende un niño/a nos brindó además las herramientas para ello.