Los niños/as observan la vida que
les rodean. Observa cómo se recoge la mesa, cómo se lavan los
platos o las ventanas, cómo se vierte agua o semillas, cómo nos
vestimos, cómo cuidamos a las mascotas y las plantas, cómo nos
relacionamos. Es a través de
vivir rodeado de estas actividades sencillas, breves y concretas que
se repiten todos los días, que el niño gradualmente comienza a
darles un significado, familiarizándose con ellas y
comprendiéndolas, comenzando así a construir la base de la
inteligencia.
María Montessori
observó la actividad espontánea de los niños,
parecía que una guía interna los impulsaba. Siguiendo una
auto-motivación, que viene de dentro, misteriosa, mostrando una
mayor confianza en sí mismos mientras trabajaban con estos
materiales, aumentando su autoestima.
¿Acaso
no ha querido tu hijo/a barrer el suelo o limpiar los platos? Pero en
la mayoría de los casos la escoba es muy grande y le insistimos para
que deje de hacerlo, quebrantando su decisión en firme de querer
hacerlo. El Ambiente no está preparado a su tamaño y a las
destrezas de sus manos. Por ello es tan necesario tener preparado
el Ambiente.
María
Montessori diseñó este área del Ambiente con materiales que
permitían fluir la actividad del niño/a acerca del interés innato
por el cuidado del Ambiente exterior e interior y por la higiene
personal y los convirtió en el centro de todas las demás áreas.
Después de mucho observar se dio cuenta que es a través
de estas actividades de la vida diaria que el niño construye su
mente. Y esto es así por las
siguientes razones:
1.- Le dota de habilidades prácticas
y de conocimiento significativo. Lo que supone más autonomía y
autoestima, fundamental en esta etapa de desarrollo y que
posteriormente le valdrán como recursos en etapas posteriores de
crecimiento como la adolescencia.
Ya queda demostrada la
relación que tiene la
actividad de los músculos con las conexiones cerebrales, a
través de las cuales el hombre construye en su mente.
Éste
área dota al niño/a de conocimientos válidos en su día a día,
habilidades y destrezas por las que descubrir por si mismo su
Ambiente y esto es fundamental para su auto-imagen, autoestima y
seguridad.
2.- Con estas actividades focaliza
la concentración, ayuda a desarrollar la conexión entre
mente y cuerpo, fundamental para el dominio de la voluntad
y con ello alcanzar la autodisciplina, la
que se crea desde dentro hacia fuera y no impuesto por los otros.
La
educación Montessori ofrece actividades que desarrollan y fortalecen
la voluntad, sin obstáculos, dando más oportunidad y libertad para
el desarrollo, lo que se conoce como “educación
expansiva”.
Este dominio del
cuerpo a través de las manifestaciones de la voluntad, ayudará a
la conciencia crítica y a saber lo que realmente quiere en la vida.
3.- Son actividades que fomentan la
repetición. Las actividades procedimentales en las que se
encuentra inmerso, zambullido en un fluir, flow o mindfullness
relacionado con sensaciones psicológicas de bienestar.
¿Acaso no te
vuela el tiempo cuando realizas tu actividad favorita? En un Ambiente
Montessori, los niños/as encuentran rápidamente lo que Ken Robinson
denomina el “Elemento”, aquello donde sus aptitudes, pasiones y
actitudes permite el crecimiento personal, autorrealizándonos por
medio de las actividades que se nos da bien y qué nos encanta
hacer.
Hay muchas más
razones por la que Vida Práctica es fascinante en la psicopedagogía
de María Montessori, pero todo ello seguiremos viéndolo en
sucesivos post!!!